El mundo moderno está lleno de hombres que sostienen dogmas con tanta firmeza, que ni siquiera se dan cuenta de que son dogmas. (G.K.CH)

Silencio

Poco valorado, hoy no hay un segundo para estar en silencio, comemos, trabajamos, caminamos, reímos, charlamos con música, gente ruidosa, ómnibus, aviones, celulares con sus gritones y chillones ringtones. No hay momento del día en el que podamos reposar sin oír nada, ni el grito sagrado de libertad. Siempre el bullicio, siempre con gente que no se calla, siempre ahí entre pitidos y arrítmicos golpes de modernidad. Ya ni en el cementerio hay paz, los jardineros atormentan con sus malditos tractores para cortar césped. El hombre moderno no quiere el silencio porque con él, inevitablemente, aparece la introspección, y con ella el reproche y la culpa de nuestras miserables actitudes. No hay nada más silencioso que el escaneo de nuestro corazón, y por eso preferimos el ruido. Ahora dejo esta columna porque estoy en silencio, y estoy sintiendo grima.

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