El mundo moderno está lleno de hombres que sostienen dogmas con tanta firmeza, que ni siquiera se dan cuenta de que son dogmas. (G.K.CH)

Nunca a ninguna parte

Paso, lejos del camino original y ya el murmullo de la brisa queda lejos. No te oigo, no desespero, ni extraño. Sólo la costumbre me arranca pensamientos y añoranzas. El camino que los niños desandaron, y los pájaros maldicen, no lleva a ninguna parte. Ocurre, que cuando la noche se cierne sobre nuestras esperanzas, y claudicamos en la duda, no hay más horizonte. Lejos, y en la premura del día, en el afán del trigo diario, no reconozco el camino a casa, no tengo guía ni soporte. El desconcierto de no poder encontrar la ruta de lo que quisimos, de lo que quise, predomina en mi. El Sr. Pérez se levantó una mañana, creyendo que era un día normal. Tomó su taza de té y tres galletas Criollitas. Caminó hasta la puerta de la calle, pensando que sería un día común. Meditaba sobre lo que haría en la oficina, y cuánto le faltaba para las vacaciones. Tomó el picaporte, y le tembló la mano. Ésta no le respondía. Sintió una fría rigidez que le tomaba rápidamente el cuerpo, y cayó muerto, sobre el perchero que flanqueaba la puerta. Le tomé la mano, liberé su espíritu. Sigo caminando, buscando el camino que me lleve a casa, y que algún murmullo, alguna palabra o recuerdo, me haga recordar, y me sorprenda mi hogar. Y así evitar el cansancio de no llegar, nunca a ninguna parte.

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