El mundo moderno está lleno de hombres que sostienen dogmas con tanta firmeza, que ni siquiera se dan cuenta de que son dogmas. (G.K.CH)

Infierno

Sabían que era cuestión de tiempo. Cric! El espacio era pequeño, y la ventana estaba cerrada, no había luz, y a pesar de ello nadie se movía. Los cuatro ocupantes miraban sigilosamente entre la poca luz que se filtraba debajo de la puerta de entrada. El crimen siempre se paga, las veces que sea necesario. Sentados contra la pared, tiesos. Los músculos, entumecidos, poco reaccionaban a las órdenes de sus propios dueños, y a pesar de ello, uno se levantó y camino a la ventana para poder tomar aire fresco. Rápidamente se perdió en la penumbra hasta perderse totalmente de vista. Silencio, no se oyó nada más. Salvaje nada. Silencio, se percibió una brisa. Silencio. Cric!. Silencio. La sensación de asfixia volvió, y era más apremiante. Perturbados por el calor se separaron, lejos, pero lo suficientemente cerca como para verse. Cric!. Comenzaron a temblar. A veces el mal se siente, se palpa, y se toca. La sensación era cada vez mayor, y el pánico se posó sobre un tercer individuo y corrió desesperadamente hacia la ventana, saltó hacia ella. Se perdió en la oscuridad. Cric! No se rompió la ventana, no hubo un cuerpo que cayera al piso. Cric!. Esta vez no hubo siquiera la brisa reparadora. Eran dos, pero el aire no alcanzaba. La tenue luz debajo de la puerta lentamente comenzó a desaparecer. Cada vez se veía menos. Un sujeto, silenciosamente, pero rápidamente, como un rayo, se dirigió hacia la ventana. Cric! Nada. Silencio. Cric!. La luz desapareció. El último sujeto, sudoroso, temblando, se levantó, qué sentido tenía correr hacia la ventana. Ninguno. Qué podía hacer o querer que modificara esta patética situación. Nada. Silencio. No. Qué sucede. Cric! Enciendan las luces, quiero morir, pero ver, pensó. Una sombra dentro de la tiniebla lo rozó, fue un vaho frío y siniestro. Dio un paso a la ventana. Cric! Otro movimiento de sombras en lo oscuro, cómo podía ver algo, pero algo se movía. Cric! Otro paso a la ventana, podía percibirla. La sombra, sobre el negro paisaje, se detuvo frente a él. Frío. Cric!, la sombra volvió a pasar junto a él. Otro paso a la ventana. Cric! Sintió las heladas manos de la sombra sobre su espalda. Cric! En el medio del pánico corrió, sacó fuerzas, la ventana. Su objetivo, su fin. Cric! Otro paso. Cric! Otra fría sensación. Cric! Otro paso. La ventana, saltó su dirección. Cric! Cric! Cric! Quedó suspendido, en el aire, nada lo tocó, nada pasó, quedó tendido, no había arriba ni abajo. La luz volvió a la habitación. La puerta se abrió. Entró un hombre, tranquilo y pesado. Miró los cuerpos colgados, tiesos y mudos. Tomó al primero, y le cortó la garganta, la sangre brotaba a borbotones, cayendo como de una fuente, continuó con el otro y el tercero, llegó al último, éste le lanzó una mirada implorando. El cuchillo no le dio perdón. Cric! El sujeto salió de la habitación, una luz tenue quedó bajo la puerta de la habitación. Cric! Los cuerpos cayeron a tierra. Cric! Los cuatro se acercaron a la puerta. Sabían que era una cuestión de tiempo. Cric!

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