- Qué ocurre? - dice el secretario.
- Nada, ocurre que está muriendo... - con tono bajo dijo el médico, señalando al enfermo.
- Se equivoca - dice Tomás - no me muero, ocurre que mi corazón ya no tiene calor.
- Pero Señor! - interrumpe el secretario suplicante.
- Nada, que no puedo sentir más, con qué sentido podría seguir respirando. Para que intentar encender lo que frío, seco y muerto está. - Tomó el vaso de agua, y les pidió que lo dejaran solo.
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