El mundo moderno está lleno de hombres que sostienen dogmas con tanta firmeza, que ni siquiera se dan cuenta de que son dogmas. (G.K.CH)

FLEURS DU MAL - DECEPCIÓN

No hay nada comparable a la decepción, a la tristeza de reconocer que lo que se quería o pretendía no era ni lo uno ni lo otro. Sumado a ello, a la innecesaria pérdida de tiempo que nos lleva a dicha conclusión, lo que nos deja exhaustos.
Como decía, igualmente la decepción se agrava cuando dicho sentimiento tiene como depositaria a una persona. Luego de la decepción muta, cambia, su rostro toma un nuevo giro, sus miradas y sus gestos son distintos, sus actitudes son sospechosas. En fin, la decepción devela lo oculto, al menos para el sujeto decepcionado, que en definitiva pasa a ver.
Esa nueva mirada se reviste de verdad, y por tanto de conocimiento, muy contrario a la falsa imagen del pasado.
Los momentos alegres se esfuman, y emerge la negrura de los malos tratos, la indiferencia y el desprecio.
Se levanta la tempestad, y el dolor, con tanta fuerza, que el pobre decepcionado, cual liviano barco, corre por el vendaval de sus sentimientos encontrados.
Trémulo, pierde la esperanza, y surge el más pesado pesimismo. Y como el que espera la muerte, se deja llevar. Y como expresa el dolido Kent: “¡Dejad a su alma marchar en paz! ¡Oh! ¡Dejádle Morir! Sería abominable quererle de nuevo tender en la rueda de este bárbaro mundo.” (El Rey Lear, Shakespeare).
¿Qué más vale el mundo, si no hay esperanza? ¿De qué revestir el dolor, sino más que de la piadosa y fría muerte?
Más vale todo ello, que volver a ser decepcionado. El corazón frío no encuentra tibieza, ni en palabras ni en gestos.
Irrevocablemente gélido aguarda.

UN BUEN DIA

El día brillaba por su esplendor, no había nada que pudiera empeorarlo, el sol brillaba en lo alto, y acariciaba las copas de los árboles, que saludaban agradecidos al compás del suave soplo del viento.
Los tilos, a su vez, desparramában su alegría, y su aroma, bajo el primaveral, y revoltoso correr de los gorriones.
Los jóvenes, torpes y escandalosos, se deleitaban entre risas y juegos, rindiéndole tributo a Baco, lejos de las miradas austeras de los preceptores, que desde la puerta de la escuela, los miraban perderse entre la naturaleza del parque.
Lejos un grupo de perros se bañaba en la fuente, bajo la mirada complaciente de su gordo propietario, que había empezado a comer un horrible y deforme bulto, que García entendió, se trataba de una hamburguesa.


HOY ES HOY, AYER FUE HOY AYER

Hoy me di cuenta del sentido de la frase de Calamaro en su tema de los Divinos. O al menos le encontré un sentido personal (que es lo más seguro), ya que la lírica cannabiesca no necesariamente reviste de verdad absoluta.
Ocurre que a veces le damos más valor a una idea ajena que a lo que nosotros nos formamos de ella misma.
Pero el caso es, sin rodeos, el tiempo, precioso, que perdemos en elucubrar el futuro, o zaherirnos de los errores pasados, dejando morir el presente.
Verdad simple y machacada, la de vivir el momento presente, el carpe diem, etc, que debemos recordar a cada paso.
El justo equilibrio se hace difícil, sobre todo cuando también la sociedad nos impone vivir un presente chato y consumista, y pensamos en viajar hacia algún recóndito lugar en el tiempo.
Yo conocí a una rata fabuladora, que vivía de su pasado glorioso, de su alcurnia, y envenenaba el alrededor con sus historias ponzoñosas. Vivía anquilosada en el pasado, e imaginaba un futuro irreal para sus cercanos. Pero su espíritu se apaga, se muere día a día. Imposibilitada de vivir el presente, la rata vieja en cuestión, no vive el presente. Porque el presente no le gusta, ya que es tarde y difícil para enfrentar la realidad.
Hoy me acordé del sujeto y sentí pánico de volverme así. Por eso salí a vivir el día, y a caminar bajo el reparo de los árboles. Ellos sí saben vivir el día.

DUDA

La duda y la conclusión de estar profundamente equivocado, no dejan de ser dos situaciones igualmente desagradables. Si bien la primera tiene el consuelo del desconocimiento sobre el error, la segunda tiene el irrevocable sabor amargo del fracaso.
El estar equivocado, es un sentimiento tan doloroso que tratamos de ocultarlo con escusas, con evasiones, o lo que es más satisfactorio, ratificando la bondad del error como parte del sistema de aprendizaje.
Ahora, que me importa saber que estoy en la vía de mejorar o aprender, si perdí no se cuanto tiempo, ofuscado en el error? Siempre es preferible no equivocarse, aunque parece imposible no hacerlo.
Igualmente, surge de la experiencia práctica, que los errores, lejos de mejorar a las personas, las llevan a cometer errores peores. No bastó con ver la porquería de los Reality basura, en donde la gente no hace nada, que vamos por el 9 Gran Hermano.
La tele y la política argentina, son una clara evidencia que los errores pueden repetirse hasta el hartazgo, que en definitiva siempre hay público y votantes dispuestos a tragar cualquier sapo.
Es también por ello, que los Argentinos vivimos solo en la duda, ya que evidentemente, reconocer que estamos equivocados es más doloroso. Es entonces la condescendencia con nuestros errores, lo que nos afecta, y la estupidez de seguir creyendo, cualquier cosa, menos lo que somos.