Burundi

Un sábado cualquiera, pero en víspera de la final del mundo, me detuve unos segundos frente al televisor que emitía los últimos segundos de Brasil vs. Holanda. Aproveche una mesa tranquila del café del supermercado y medite unos segundos. Me estremece de sobremanera cómo se maneja un deporte y se inflan los sentimientos chauvinistas de todos aquellos que gustan de apropiarse de los éxitos ajenos. Hoy somos todos miembros de la selección, hoy somos todos Mascherano. No estaría mal, si jo fuese que el lunes, cuando volvamos a nuestros trabajos, vamos a ser todos Burundi. Ud seguro va a faltar por enfermedades inexistentes al trabajo, va a tontear viendo a Tinelli, seguro no va a pagar los impuestos, va a votar al próximo Gobernante porque le parece honesto, y hasta seguro que va a insultar en un café a los fondos buitres. Vamos a seguir siendo Burundi. Las expectativas estarán puestas en el próximo argentino que haga algo grandioso, un Maradona, un Borges, un Papa o cualquier otro Argentino que haga algo mejor en el mundo. Ahí, el éxtasis de la victoria nos inundará y cantaremos el himno. Si con la misma convicción ayudaremos al prójimo, no estará ramos al Estado, votásemos inteligentemente, en fin hacer lo que tenemos que hacer cuando hay que hacerlo, seguramente seríamos un País exitoso. Pero somos Burundi. No respetamos las ideas ajenas, tal vez por falta de ideas propias o por no poder defender lo que pensamos, medrosos y cobardes, seguiremos. Ya ni siquiera como Burundi. Me chocó que alguien escribiera que si Mascherano fuera a las Malvinas las conquista el solo. Eso se dice en un país sin honra. Porque la honra es aceptar la derrota y honrar a los que murieron por un país. Espero que Argentina gane mañana, pero deseo que pasado mañana nos levantemos de la falta de fe y amor verdadero por un país. Y, robándole una frase al genial Indro Montanelli, que el grito de "vamos Argentina" sea dicho en cada jornada del año y no por alentar a un equipo de fútbol.