El mundo moderno está lleno de hombres que sostienen dogmas con tanta firmeza, que ni siquiera se dan cuenta de que son dogmas. (G.K.CH)

El arte de no entender nada

El sistema gremial, sus fuentes y forma de funcionar, tiene una inteligencia propia. Es una forma distinta de democracia y hasta una forma distinta de comunicar.
En el sistema argentino es más conocido por peronistas que por los otros componentes políticos, pero basta con analizarlo detenidamente para comprender cómo funciona.
Esta distinta inteligencia puede ser ajena casi siempre a los dirigentes políticos, pero cada cierta cantidad de años, se torna inteligible para los propios sindicalistas.
Hay un arte delicado entre el uso de la fuerza y la oportunidad para usarla. Entre el reclamo salarial y el oxígeno para que el gobierno pueda ejercer sus funciones.
En este año, se inició paritarias para los docentes de la Provincia, en un proceso de saneamiento de las derruidas cuentas fiscales.
Desde la perspectiva equidistante, se podía percibir la absoluta falta de intención de llegar a un acuerdo por la parte sindical.
Por qué? Porque no hubo diálogo, sólo discursos. Una posición de simple oposicion. Pero la peor posición sindical quedó reflejada cuando se condicionó el comienzo de clase al arreglo salarial. Digo peor, porque comenzó a recorrer el camino de la intransigencia.
En este momento me detengo en el análisis y vamos a hacer una disgresión.
Nos vamos a retrotraer a fines de los 80, cuando casi al concluir el ciclo lectivo de 1987, la CTERA realizó un paro docente de 24 horas, con movilización y concentración en Capital Federal, reclamando la utilización del nomenclador salarial único que fijara como piso un sueldo de 570 australes para el cargo testigo (maestro de grado con jornadas simple).
La CETERA, se encontraba dividida entre el mendocino Marcos Garcetti (secretario general de la gremial) por la lista peronista celeste y la de Wenceslao Arizcuren quien nucleaba a sectores de izquierda y algunos radicales en la lista verde.
El conflicto siguió hasta el inicio del año 1988. El gobierno hizo una propuesta salarial dentro de sus capacidades.
Esta propuesta fue rechazada por las dos partes del Sindicato, y lentamente se corrió entre las provincias un conflicto sindical in crescendo.
El Ministro Jorge Sábato declaró que ni el gobierno ni las provincias disponían de recursos para garantizar un salario mínimo de 770 australes. En este caso, no se prestó atención a la imposibilidad económica que llevaba el Estado a realizar una mejor propuesta. La posición de los gremios ya no era sindical, era política.
Los sindicatos no querían escuchar razones, y ahí comenzó su error estratégico.
Se organizaron marchas y se continuó la huelga por casi un mes y medio. La marcha concluyó el día 23 de mayo y reunió a más de 20.000 manifestantes de todo el país.
El Gobierno Nacional manifestó a CTERA, quién aceptó, la oferta salarial del gobierno: 640 australes para abril, 700 para mayo y 760 para el mes de junio.
La presión produjo esta aceptación, y a su vez fue una concausa de la quiebra del País un año después.
También el Gremio sufrió el desgaste, ya que los sectores de base entendian que la justa apreciacion del salario debia establecesce a 1700 pesos, por lo que los 750 pesos alcanzados era sensiblemente bajo, tampoco había ninguna victoria estratégica ni juridica. Garcetti quien estaba muy cerca de ser el próximo comandante de la CGT, cayó.
Qué pasó entonces? La CETERA perdió todo, salario bajo, sin condiciones de mejora laboral, descuento de los días no trabajados y dar un empujón a la crisis con la que se inician los nefastos 90.
La dirigencia sindical quedó presa de su propios fantasmas, ya que presionó y fogoneó de tal manera a sus dirigidos que fue imposible lograr un acuerdo que satisficiera a estos. También provocó, o al menos fue un factor más, de una de las peores crisis del País.
Qué tiene que ver esto ahora? Que el Sindicato vuelve a una posición  intransigente, sin pensar en la capacidad de pago del Gobierno, agitando una lucha en sus bases que ha puesto al SUTE en un camino de ida, que resultará imposible desandar.
Esto ocurre porque tanto Garcetti como Mateluna posicionan la lucha sindical desde la posición politica y a-económica.
Crean un reclamo abstracto, sin asidero en las reales condiciones económicas del Estado. Provocan a sus bases y generan una protesta social que luego resulta imposible de satisfacer.
Con la oposición asumida a un ítem, y sin promover el diálogo, el gremio vuelve a cometer el error del pasado de agitar las bases y promover una reacción irracional. Esta posición sólo va a lograr que cualquier tipo de arreglo que se logre será insuficiente para las agitadas bases. En caso contrario, es decir, que el aumento quede fijado por decreto, también habrá insatisfacción de las bases. Pase lo que pase, ningún trabajador docente va a sentir que sus dirigentes han rendido satisfactoriamente.
Con esto, la dirigencia del SUTE vuelve a equivocarse y seguramente pagará el costo que pagó la dirigencia de la CETERA en los 80.
El gobierno al mantener el decreto intenta no generar el mismo error de los 80 y proponer un aumento que puede pagar y que no provocará su ruina.
La historia en la práctica, es evitar errores. Así como Hitler invadio Rusia el mismo día que Napoleón y ambos perdieron sus guerras a partir de ese hecho.
La dirigencia sindical de SUTE, vuelve a un error del pasado y seguramente pagará los mismos costos. El Gobierno toma el camino inverso.
Si aprendemos del pasado, veremos que siempre la solución es la discusión con vista al futuro, la buena fe y a una comprensión mutua.
No comprender la coyuntura, la oportunidad y el diálogo que busca el momento oportuno, es simplemente abonar el arte de no entender nada.
Lo único bueno, es que los que no entienden nada, tampoco sufren en esa ignorancia.

Aumento Salarial y el Estado

Meditando, mientras veía el descontrol de la marcha del ATE en Vendimia, lo difícil que es conciliar necesidades contrapuestas, quise ordenar mis pensamientos sobre la Provincia y la economía.
Sobre los (des) acuerdos salariales se ha escrito mucho, y siempre sobre una visión distorsionada y poco real de la situación.
Parece que el Estado debe emplear gente, y si no lo hace es un demonio capitalista. No importa que en este costo, se resigne los servicios. Más gente empleada en lugar de más recursos para que los hospitales y escuela al menos se encuentren decentemente equipados.
Hay dos aspectos que tratar, el primero es económico y el segundo es el social, siendo tan importante el segundo como el primero.
Los sindicatos estatales tienden a posicionarse en un esquema (anti) económico, es decir, su pelea salarial no la ajustan a la realidad de la economía del Estado. Los sindicatos asumen, obvio que algunos, que existe una caja gigante de dinero aguardado en la tesorería de la Provincia.
Esta suposición es naif como la de que Papá Noel existe o que CFK se hizo millonaria siendo abogada exitosa. Uno es libre de creerlo, aunque no resista el menor análisis crítico.
El reclamo es puramente desiderativo, y no se basa en ningún dato real de la economía del Estado Provincial. Todo lo contrario, es una caprichosa visión de la realidad.
Pedir el 30 o el 200% de aumento es igual, toda vez que ningún número se basa en la realidad del Estado.
Ahora bien, hay un aspecto social que no puede desconocerse y es que hay una pérdida del valor real del salario.
En esta disyuntiva se declaran las partes en guerra.
Tomar una posición liberal como la que fija Hayek es ridícula, ya que los gremios con sus aumentos no son disparadores de inflacion, como tampoco la regulación de la economía siempre lleva a la esclavitud.
Pero si es cierto que un aumento no considerado (en la realidad de su economía) de salario afecta la economía global de una provincia. Y eso es simple de explicar con sólo ver el último año de la gestión pasada.
En el acuerdo del 2015, se estableció un aumento del 35% de los salarios de los Estatales mendocinos. Es decir, un tercio del salario.
Ocurrió que al no considerarse el ingreso real del estado, el propio gobierno debe aumentar impuestos y solicitar endeudamiento para pagar. Este costo, no sólo lo absorbe la ciudadania, sino los propios agentes públicos que deben demandar nuevos aumentos, y así hacia el infinito, en una espiral ascendente sin retorno. Si a esto le sumamos un incremento exagerado de la planta, no sólo en cápitas, sino en asignarles clases altas y costosas a funcionarios de la gestion, el descalabro es aún peor.
Hasta ahí la situación actual, los gremios solicitan un porcentaje de aumento que excede la capacidad de las arcas públicas y un gobierno que no está dispuesto a seguir hipotecando la Provincia.
La tesis sindical del perpetuo aumento mostró ser insostenible en el tiempo, con lo cual es imposible seguir esa vía. Desoír las necesidades de los agentes públicos también sería catastrófico.
Ahora bien, la única via de negociacion es la de continuar tendiendo puentes de comunicación. Es necesario fijar un pacto social, entre la Administración y los representantes de los trabajadores, no tanto en perjuicio del trabajador, sino con el fin de fortalecer la economía del Estado para que pueda cumplir con sus funciones.
Esto es así, porque de seguir en este ritmo, sobrarán trabajadores y faltará servicio.
Acordar un esfuerzo compartido, en donde el Gobierno viene reduciendo drásticamente los gastos del estado, no sólo de personal, permite fortalecer al Estado para que siga funcionando.
El Estado no produce, no puede soportar el aumento de salarios produciendo más. La burocracia no tiene un correlato productivo como en la economía privada.
El Estado no puede ser capitalista. No participa de ninguna de las características de la Empresa Privada. El Estado sólo administra recursos limitados.
Una empresa que afronta aumento del costo de la mano de obra, traslada el precio al producto para mantener la ganancia, el Estado no tiene producto, simplemente aumenta el sueldo y luego tiene que endeudarse y aumentar impuestos. Pierde la sociedad.
Hay que recordar que la quiebra de un Estado la paga la sociedad, es decir todos los mendocinos. Venimos de varios años de desmanejo económico y desgraciadamente para algunos que vivieron del sistema prebendario hoy quedan sin esta fuente. Entiendo su molestia.
Pero, si se quiere sostener hospitales gratuitos, asistencia social a los sectores vulnerables, resulta inestimable un sinceramiento de los gastos del Estado.
El Gobierno no es una bolsa de trabajo, ni tiene la obligación de absorber trabajadores, tiene la obligación de brindar asistencia a los sectores vulnerables y permitir que el resto, que se mantienen por si mismos, puedan crecer y desarrollarse. Cualquier otro análisis sólo vuelve a ser un dispendio de recursos, que en el lugar de proteger a los más débiles termina siendo la forma la cual se sostiene una estructura sindical o partidaria.
Habrá que sincerar años de una cultura parasitaria en donde se invirtió el orden de la lógica y propulsar una política de control del gasto, orientando la capacidad del Estado hacia los sectores vulnerables.