Escuchar una canción de amor frustrado
es, básicamente, escuchar el lamento solitario de un enamorado individualista,
escuchar una canción del nacimiento del amor, es oír lo que un enamorado
individualista piensa que va a ser ese amor.
En definitiva, siempre escuchamos
la campana individual del amor de pareja, que en definitiva es un querer, o
algo parecido. Y en esto se debate el amor de esta época.
Soy consciente en no ser el
primero, ni ser el último en escribir sobre el amor, por lo que aunque parezca
concluyente sólo voy a esbozar mi humilde parecer.
Todo nace de un sentimiento,
obvio, me gusto, me atrae, y me voy interesando por ese otra/o, igual a
millones, pero que en nuestro sentimiento empieza a distinguirse del resto.
Este sentimiento, nos lleva a
querer estar con esa persona, llamarla, mandarle flores, hacerle regalos y
hasta pagarle una vuelta en una Ferrari, si ese fuera el caso.
Pero Amar es distinto de querer,
como Bonnie Tyler es distinta a Rod Stewart, aunque su voz suene muy parecida.
Nadie le quita pétalos a una Margarita diciendo me quiere, no me ama, me quiere, no me ama.
Querer es un sentimiento
individualista que parte de uno, y solamente de uno, sería algo así como: …te
quiero hasta que me empieces a molestar. Y mientras no se vista mal, me
corresponda en las miradas, gestos y caricias uno va queriendo. Suele pasar que
uno quiere más que al otro, que uno quiere y el otro no, etc.
El amar, en cambio, es comunidad,
son dos, ya que a pesar de nacer de uno el amor, se ve reflejado en otro, que
en definitiva devuelve la misma mirada. Se aman tal como son.
Esa mirada, no es individualista,
porque para amar uno debe saber que con seguridad el amado lo va a molestar. Seguro
va a engordar, tiene frases de dudosa sapiencia, pretende saber cosas que no
sabe, o directamente no sabe cocinar, seguro que tiene días malos, tiene en
suma defectos, tantos y hasta seguramente más que uno.
Bien dice Benedicto Raztinger
que: “Amar significa también tomar decisiones difíciles y dolorosas,
anteponiendo siempre el bien del amado, no el de uno mismo”, y es así porque en
definitiva, el amor es querer siempre el bien del otro y por sobre todas las
cosas del otro como es, sin cambiarle nada. Amarla hasta cuando es insufrible.
Porque para comenzar a hablar de
amor, hay que aceptar al otro con todos los defectos visibles, y los que
seguramente no tiene muy en la superficie, o los que va a adquirir en el
futuro.
En este punto me detengo y
diferencio frases. “Hago esto por mi, no porque vos me lo pidas” es incorrecto
desde el amor, ya que si uno ama, hace todo por el otro. Dice Jesús: “Nadie
tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos” (Jn 14-13)
El amor es: hago las cosas por
vos, me levanto por vos, creo en vos, me cambio el peinado por vos, te escucho
por vos, y cualquier otra cosa estúpida que haya hecho uno por amor.
De más está decir, que si el amor
no es recíproco, este sistema no funciona.
Ahora, cuando las personas de la
pareja hacen todo por el otro, le sacrifican la individualidad al otro,
reitero, recíprocamente, hay un principio de amor.
Digo que hay principio porque aún
faltan dos cosas para que el amor sea de pareja sana, y digo sano por usar algún
adjetivo.
Falta en segundo lugar, la honestidad,
y eso es que uno, teniendo al otro tan disponible y en total entrega, sea lo
suficientemente honesto, como para usar esa disponibilidad con respeto hacia la
conducta que uno mismo sigue. Por ejemplo, no es amor, si uno ante la
disponibilidad del otro, lo manipula, lo agobia, y tortura, porque en el fondo,
desde la honestidad, tampoco nosotros queremos que nos hagan eso cuando nos
ponemos en disponibilidad hacia otro.
Finalmente, y lo deje al final
pero en realidad es la primera de todas, nos encontramos con la libertad.
Y es la libertad la que nos
permite entregarnos al otro, porque si somos esclavos no podemos amar nada, y
también porque cuando el otro nos entrega su libertad por amor, también por
amor hay que devolverla.
Y es ahí cuando, entiendo, hay
verdadero amor, es decir cuando dos personas se entregan mutuamente, en
libertad, para honestamente cuidarse y libremente respetarse.
Como apostilla diría que toda esta palabrería debería estar guardada en la bolsa de la verdad, porque donde hay
verdaderos sentimientos, donde hay verdadera comprensión, hay verdadero amor,
todo lo demás es humo, y el humo intoxica, y la intoxicación nos lleva
indefectiblemente a la muerte.
Puede sonar presumido, haber pretendido
encerrar un concepto tan arduo en algunas palabras, pero en fin, siempre he
sido vanidoso, lo siento, sólo ámenme.