El mundo moderno está lleno de hombres que sostienen dogmas con tanta firmeza, que ni siquiera se dan cuenta de que son dogmas. (G.K.CH)

La Hoja de Invierno

Un domingo cualquiera, de esos grises, donde no hay mucho que hacer entre un partido de fútbol y la misa del Domingo, la acompañé, para visitar a la abuela, que sola esperaba al nieto olvidado, al hijo pródigo que la acompañara con mates y tortitas a pasar un día más.
El geriátrico limpio y espacioso, frío indolente, con viejos desparramados en sus mesas, esperando el improbable paso del familiar.
La vida, arrugada y seca, sobre los últimos pasos, sobre la sombra que se avecinaba, sobre el fin que no llegaba. Película larga, con subtítulos e intermedios, y ya sin pochoclo.
Nos encaminamos al patio, donde las visitas nos sentábamos en mesas y sillas metálicas. Frías. Duras.
Atrás nuestro, una hija le mostraba un álbum de fotos de los bisnietos, de los hijos, de todos los que no iban a visitarla, de los que la habían olvidado.
Muchas caras arrugadas nos miraban, con la esperanza de ser nosotros los hijos, los nietos, los esperados y deseados que nunca llegaban.
Luego de la visita, agradecida hasta las lágrimas, salimos por un pasillo oscuro y olvidado, en donde dos viejos esperaban sentados, con la mirada puesta en una radio amarilla chillón. Pequeña y nueva.
De la radio salía, distorsionada y metálica la voz de Gardel, cantando mi Buenos Aires querido.
Ella se recostaba sobre su hombro, Él le acariciaba la cabeza, suavemente, muy lento. El tiempo estaba congelado. Ellos estaban juntos, pero lejos, recortados en sus propios recuerdos, en sus propios laberintos.
Ahí quedaron, inmóviles, porque el tiempo ya no pasaba, la muerte los había olvidado, y con ella, toda la familia. Estaban juntos, pero tan solos como el olvido, tan vivos como el ocaso, esperando quién sabe qué, y quién sabe cuándo, dolidos sin saberlo.
La primera hoja del verano, ya estaba amarilla, esperando el invierno, y no llega, olvidada en silencio. La muerte rencorosa, llega lento, a veces rápido, pero nunca cuando queremos.