El mundo moderno está lleno de hombres que sostienen dogmas con tanta firmeza, que ni siquiera se dan cuenta de que son dogmas. (G.K.CH)

gracias

Termine en febrero mi tesis de maestría, un complejo panfleto sobre los derechos de los trabajadores a un sueldo en el marco de la ley. Y si bien pienso que cada persona debería tener una propiedad que explotar, una propiedad privada, mientras el distributismo no sea una revolución real, al menos me conformo con que no se cometan injusticias con el salario por parte del Estado.
Bien grande fue mi sorpresa cuando varios trabajos iban dedicados a Dios, a padres, a mentores o su gato, ciertamente,  mi documento, para nada docto, no tenía ningún tipo de agradecimiento.
No es que sea un miserable y engreído ingrato, no al menos por esta omisión, simplemente no sabia que se podía agradecer.
A Dios le agradezco todos los días. A mis padres les interesa bien poco mi crecimiento académico, y son más felices cuando les digo que los quiero o los llevaba desayunar los domingos en la mañana. Y como gato no tengo, me quedó en la gatera, el agradecimiento.
Pensé en mucha gente, mentores he tenido varios, sin ir más lejos en la propia cátedra donde aprendí lo poco que farfullo sobre derecho, pero pensando que decir me detuve en la figura de una gran mentora.
Grande en lo intelectual y cognitivo, Mónica, es una pequeña abogada, pequeña en dimensiones, como Alicia en el País de las Maravillas, pero cuando habla con autoridad y elegancia talla como cualquier gigante.
Una de las cosas que siempre me maravilló es la humildad con la que se toma a si mismo, una levedad que la hace imperceptible al mundo de los Administrativistas, que en general son gente ruidosa y compleja; ella, anodina pero con consistencia, capaz de corregir firmemente, pero sin lastimar egos, es diferente entre tanto iguales.
Es la persona más dispuesta a socorrer al novel abogado, que perdido entre libros no entendía los principios del derecho. Ni los principios ni los finales. Siempre con la palabra justa, la cita perfecta, pero sobre todo con la disposición de escuchar para luego encaminar, logrando en el ignorante (yo) una idea confusa de saber, que casi hacia imperceptible la ayuda, cuando en realidad era todo el consejo.
Así crecí, diez años creciendo bajo su ala protectora, en saber y en consejos, que me ayudaron a escribir, hablar y respirar lo que más me apasiona del derecho.
Consejos de sabia señora, que nunca ha dejado de escucharme ni mucho menos reprenderme cuando ha sido necesario, casi siempre.
Soportando mis chistes estoicamente.
Casi casi, cuando uno se cree que aprendió, y que andar en bici es fácil, me regala los consejos más brillantes.
Ante las estrictas reglas asumidas por la Universidad, no puedo modificar mi tesis, e incorporar agradecimientos, pero eso no le quita lugar al agradecido, que como el río es irrespetuoso y se hace camino por donde puede.
Siempre digo que Dios me hizo hombre, que mis padres me hicieron caballero y que Mónica me hizo Administrativista.
A ella mi agradecimiento, por tolerar mi soberbia con su humildad y mi ignorancia con su saber. Por distinguirme como amigo. Por ser mi Buda del Derecho Administrativo.
Tal vez este agradecimiento llego tarde al papel, pero pertenece a mi vida. Gracias Moni. Gracias Buj.