El mundo moderno está lleno de hombres que sostienen dogmas con tanta firmeza, que ni siquiera se dan cuenta de que son dogmas. (G.K.CH)

Manifiesto de la Generación del 76

Hijos de una etapa oscura, llenos escepticismo generado por las frustraciones políticas, económicas y sociales de nuestros padres, nos encontramos frente a la disyuntiva de mantener el perfil de lo que se conoce como generación X, materialistas, consumistas y apáticos en costumbres, política y religión, o estallar.
Ennegrecidos nuestros pulmones en una Provincia que sufre un estancamiento tan largo como nuestra edad, y tan profunda como nuestra decepción, vemos impávidos como se expolia la cosa pública, se mancillan las buenas costumbres y los valores que hicieron de la Mendoza de antaño la flor del desierto.
Día a día vemos como los que se suman a la carga pública de  la función pública, no sólo se enriquecen con el ejercicio de éste ministerio, sino que toman decisiones desastrosas y regresivas a los intereses de la Provincia.
No hay mérito, ni selección en nuestros dirigentes, no llegan los mejores, sino el rapaz, el arribista, y aquel que vendió su honor por treinta monedas de plata. Sin distinción de colores.
El atraso, que no es sólo estructural, es absolutamente moral, ya que nadie pretende absorber las consecuencias patrimoniales disvaliosa de la función pública, sino más bien enriquecerse con ella, a costa del hambre y el esfuerzo del que menos tiene.
No se trata de moralina infantil, sino de revalorizar el trabajo como fuente de ingresos genuinos de cada Mendocino, como así también asumir que la función pública no es un negocio, sino que lisa y llanamente una carga pública, entendiendo por esto, no sólo la obligación de asumir el manejo de la cosa pública cuando se lo requiere, sino en aportarle al Estado las mejores capacidades, nuestras mejores armas y la dedicación absoluta por el tiempo que dure.
 Implica no sentirse insustituible, significa aportar y promover a los que nos reemplazarán, y consiste en un desapego intencional a los intereses personales, en pos de la sociedad.
Enterrados los Elpidios Gonzalez y los Julián Barraqueros que esta provincia supo dar, nos hemos sumido en la abulia mediocre del consumo y el interés personal.
Éste crimen es el que no podemos permitir. Ni como sociedad ni como generación. Porque es nuestra responsabilidad retomar la posta que se dejó a un costado del camino. No porque seamos los mejores, sino porque nos corresponde temporalmente.
No podemos dejarle esta responsabilidad a los viejos que no supieron sacar lustre del bronce, ni a los jóvenes aún expectantes, aún carentes.
Hoy, los que estamos en la Función Pública somos nosotros, la generación que nació del desgarro del 76. Que vio caer presidentes, y planes económicos. Que vio caras pintadas y atentados. Que en este breve recorrido de treinta años vio que pasó de todo, pero que no cambió nada.
Estamos todos ahí, en Ministerios, en Municipios, Entes, Universidades, trabajando, con nuestras ideas diferentes, pero con la misma ética. Nos esforzamos, y estudiamos, no para ser los mejores, sino para hacer mejor nuestro trabajo.
Somos el engranaje del Derecho Público, en dónde se decide el futuro de la Provincia, en donde se discute nuestra propia libertad.
Porque no es en las demandas de daños y perjuicios o en el cobro de un pagaré, en donde se define la libertad, el patrimonio y la democracia de una Provincia, sino en el Derecho Público en su sentido más delicado, la Legalidad.
Hoy, como en el cuento de Asimov “el dedo del mono”, pretenden contratar una fila de monos que escriban, digan y fundamenten los dislates que el funcionario de turno pretende legalizar.
Esa generación de burócratas, son incapaces de sacar a la Provincia del estancamiento en el cual hoy se encuentra sumida. Pero qué podemos recriminar, si en lugar de tomar acciones, nos contentamos con enseñar principios en la Cátedra, o despotricar por facebook.
Que de las astillas de la Cátedra salgan los adalides de la libertad, dijo Estrada, y para eso hay que tomar la posta que nadie quiere tomar.
En este lugar estamos hoy, deslucidos por la inacción, y vigentes en nuestra responsabilidad. No basta un café o una tertulia para desahogar la frustración y la impotencia.
Porque la democracia es como la vida, tan brillante como el diamante, pero tan quebradiza como la vidriera, como bien definiera Chesterton, y en definitiva somos nosotros los que hoy debemos sostener la vidriera.
Somos Publicistas porque entendemos que el derecho es la fuente de nuestra libertad, y en nuestra libertad descansa nuestra alegría, y toda alegría es belicosa (lo siento, otra vez Chesterton).
Y belicosos por la democracia, la república y el republicanismo. Por destetar a los enquistados, y revalidar la legalidad administrativa.
No es simple, pero es arduo, hay estorbos y barreras, hay riesgo seguro al fracaso, pero no intentar nada es propio de aquellos que no quieren vivir. Y la vida nos reclama acción, nos lo reclaman nuestros hijos que, años mediante, nos van a preguntar que hicimos por Mendoza.
Por eso reclamo para mi la carga de mejorar y participar en el manejo de la cosa pública, no por mor del amor propio, dinero o vanidad, sino por el amor que me inspira mi Provincia, el respeto a los que dejaron su piel en este desierto, y porque de quedarme tieso será porque habré muerto, pero nunca porque preferí quedarme viendo televisión o debatiendo sobre la Capa de la Reina de la Vendimia.
Teniendo en cuenta que no bombardean Mendoza, como Buenos Aires, nos hemos cansado del “Terror y desconfianza por los juegos, por las transas, por las canas, por las panzas, por las ansias por las rancias cunas de poder”.
Como conclusión, hoy nos toca, estábamos tranquilos en la fila, y hoy es nuestro turno. Nos llama la obligación de aportar nuestra parte, somos quienes deben revivir el bronce y la moral del trabajo.
O actuamos, o nos callamos la boca para luego vivir el resto de nuestra vida, silenciosos y acostumbrarnos a vivir sin un hogar, como un completo desconocido, como una piedra rodante (Dylan).
Es hoy, Generación, en donde se decide si queremos ser algo. Ser el verano o sólo un poco de zonda en invierno.